10 mayo 2007

el objeto errante

No en vano un tierno rayo que asoma prefiere sugerir sin insistencias el contorno del iluminado.
La cara en sombras de éste, sin evidenciar tramas ocultas, se va desdibujando en una sucesión lenta, típica del cansancio ocular.
El protagónico borde tampoco disimula. Punto por punto el campo visual es todo suyo como también está en su esencia existir de ese modo tan poco sutil. Los rayos imperceptibles se unen entre sí formando aquel divino sin dejar lugar a ningún otro foco de atención.
El objeto errante está suspendido en esa atmósfera densa y casi palpable. El rayo de luz forma un ángulo agudo cuyo lado inferior coincide con el centro del éste. dejando así en sombras la parte sur del cuerpo celeste.
El objeto errante tiene una masa de 35 jup y gira sobre si mismo en un lapso de 152 horas. Las temperaturas en el norte oscilan de los 200º C a 140º C. En el sur, la parte habitada (claro, la Tierra no es la única) las temperaturas no superan los –18º C ya que la luz de su estrella no alcanza nunca ese lejano sector. Esto se debe a que el o.e., a diferencia de los otros objetos de la galaxia R, no gira en torno a su sol, es decir no posee órbita alrededor de éste, que está situado a miles de kilómetros por encima del errante.
Está formado en su mayoría por rocas blandas. Posee un núcleo caliente gigantesco que podría llegar a los 7000 grados, lo cual permite que la zona oscura del objeto no esté congelada.
La fina corteza rocosa está llena de cráteres y pequeños volcanes activos que largan vapor del interior también cumpliendo la función de reguladores térmicos. Este choque de temperaturas genera unas increíbles nubes densas que lo recubren, impidiendo así tener la posibilidad de ver un cielo despejado.
Nada de esto es cierto.

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