12 mayo 2007

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- Vos siempre me decías que eras infantil, que conservabas toda esa ingenuidad casi intacta.
- Te habré mentido, bah, me me habré mentido a mí mismo.
- ¿Cómo puede uno mentirse a sí mismo? Es ridículo.
- A veces uno suele autodefinirse, y termina dándose cuenta de cuán equivocado que está.
- ¿Y cómo te diste cuenta entonces?
- Para serte preciso un episodio en particular me demostró, para mi sorpresa, que soy tan poco niño como la mayoría de las personas adultas...
El viernes estaba en la avenida Santa Fé esperando para entrar a un lugar, y veo que pasa una nenita de la mano de una mujer, y la nena le dice refiriéndose al boliche que estaba justo ahí:
¿Por qué se llama Salón Pueyrredón si esta calle no es Pueyrredón?.
Ahí. ahí me dí cuenta.
- No entiendo la relación entre eso y lo que estábamos hablando.
- Claro. Perdí toda mi niñez, toda mi ingenuidad, en el momento exacto que dejé de hacerme esa clase de preguntas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Y por qué no?