12 mayo 2007

Moreno 1443

A las siete a.m. es cuando abro la puerta y me acuerdo que ya no hay madre ni papá. Entro a la habitación y el desorden vuelve a acostumbrarme a no encontrar. Tiro mi bolso en el piso e inmediatamente me fundo con el día que va llenándose de calor y pegote.
Sí, aprendí a incomodarme solo ,dejando de lado el desayuno, la cama hecha y todas esas cosas que tanto me hacen temer a la rutina, a los acostumbramientos de morsa, al aburrimiento, al facilismo; pero aquí el lugar es pequeño y la luz es siempre tímida.
Hace un día ya que no estoy sobre este piso de maderas largas y cenicientas y me encuentro con el cd en pausa. Realmente prefiero no averiguar cual era la canción aunque bien puedo imaginarla mientras mi cara se humedece por algo más.
Miro el reloj en el telefono callado y decido intentarlo: Me desnudo muy rápido revoleando la ropa sobre las otras cosas ya antes revoleadas, y apoyo la cabeza sobre el colchón sin almohada. Las cucarachas se me acercan excitadas.

No hay comentarios: