09 febrero 2007

Un peso

Y de tanto caminar, se nos quebraron las manos.
Y la voz que supo ser armoniosa
se volvió aguja en cada queja.
Es que el orgullo me pasaba de lado
entonces yo retiraba una opinión.
Pero las agujas volvían y cuatro manos cayeron al unísono
en una nefasta coreografía.


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