18 febrero 2007

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En vísperas de lo que se sabe bien, uno tiene tantos motivos innecesarios para sentirse mal que seguramente hará algo impensado y que luego repercutirá de muchas maneras posibles y en su mayoría indeseadas.
Es lógico el cambio de pareceres de una y otra esquina, es lógico que los músculos se tensen y un mar recorra las caras, son lógicos los olvidos momentáneos y la tormenta de misiles.
Lo ilógico entonces es el amor, eso que se ha nomenclado así, que es tan ilógico entonces, tan falto de razón, tan caprichoso y desmesurado y asesino de mentes.
Se sueña con un abrazo en algún lugar, un entendimiento mutuo, un beso en la mejilla como antes, una voz y un tono, un olor cálido y dulce más alla, sin ningún dedo y para siempre.
El despertar es un respiro con el sol detrás augurando algo, que si bien puede no ser próspero, el reloj ya habrá avanzado un poco más, y el cementerio de imágenes habrá perdido algún archivo con el viento.

1 comentario:

Juan Manuel Bruñol Silvani dijo...

De amor presumí siempre.
Pero hace poco he notado no saber mucho de él.
A veces pienso que no existe, otras lo considero un fuerte dolor de cabeza y las restantes, tan sólo una palabra. Maldita. Necesaria.


Abrazo Rockero