
El actor secundario bien podría sentir verguenza ajena, o en su defecto si su carácter es similar al del otro podría hasta incluirse en ese intento de diálogo tras el áspero silencio que habrá dejado su circunstancial interlocutor.
- En un mundo paralelo...
- (...)
- Sí, como este, igual. Dos personas como usted y yo. Tan parecidas a usted y a mí.
- ¿Un mundo paralelo?
- Sí, como este, igual.
- uhm...
- Usted me entenderá si es quien yo creo.
- Tiene los ojos llenos de todo, en un mundo paralelo, y en éste.
- Usted me entiende.
- Ya lo creo, y si me tiembla la voz es por el frío.
- Se habrá dado cuenta que no sólo lo entiendo, sino que me pasa lo mismo.
- Atrévase a apuntar el rayo de su mirada con la mía.
- No quisiera electrocutarme una vez más, ni en ese mundo ni en éste.
- Bueno, deme esa mano a vér que colores transmite.
- ¿Usted está pensando lo mismo que yo?
- Está en evidencia.
La noche se trasviste auguriosa y dos portadores de lo mismo se van a patear baldosas un poco más lejos.
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