
(Y lo de enigma lo digo por su constante angustia ante la mayoría de las situaciones emotivas).
En este caso un quiebre fue el determinante de todo, dejando a la luz la más pequeña pieza a gusto con su función y en armonía con un resto aparentemente desdibujado.
Entendió, una vez que comenzó a agrupar las fichas por sectores, que el trazo más fino de su pasado era el de aquel laberinto racional, que desde ya no podría olvidar, (ni se atrevería a intentarlo) que desembocaba en una pieza más llamativa:
Un símbolo algebraico en rojo, un ¿número? que aún no descrifra pero sabe que está y que importa, porque todo constituye Parte de una Parte, y la peor parte es sentir que no hay todo que termine de serlo por sí mismo, sin necesitar de otra Parte, en alguna parte.
No se atrevió a realizar más movimientos y se limitó a atornillar en silencio.
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